Hace unos días tuve la oportunidad de conocer una bodega muy interesante, aunque quizá interesante sea una palabra que le queda corta, ya que por demás me gustó y me impresionó por lo bien armada desde lo estético y edilicio.
De la parte técnica, viñedos, producción y almacenamiento no hay nada que decir o hay mucho que decir, ya que sus normas y procedimientos son impecables y tecnológicamente es una de las bodegas más avanzadas de la Argentina, a tal punto que puede exportar a los países que mas conocen de vinos (digo Estados Unidos y Francia)
El nombre de esta impresionante bodega es “Fincas Patagónicas”; también conocida por el nombre de uno de sus vinos, “Tapiz”. Los viñedos están ubicados en el Valle de UCO, Tupungato, Ugarteche y Agrelo, y la vista del cerro, El Plata y el Volcán Tupungato le dan un marco espectacular a la bodega.
Me cuentan que el enólogo Fabián Valenzuela a quién aún no pude conocer, ha logrado llevar a los vinos de la bodega a un nivel que les ha hecho ganar mas de veinte premios internacionales, sin dejar de mantener su perfil de humildad y profesionalidad que según me cuenta siempre tuvo.
Ya me extendí en los datos de la bodega pero la historia principal es que esta bodega la conocí con Daniel, un amigo mendocino que me abrió su propio espacio de disfrute y a quien se lo voy a agradecer siempre.
Me llevó a su finca, un espacio de relax y descanso físico mental y del espíritu.
Tan agradable este espacio que me ofreció a probar un joven y fresquísimo vino de Tapiz, un Sauvignon Blanc, que acepté por cortesía, ya que los blancos no son mis predilectos. La gran sorpresa es que hubiera seguido probando de este vino mientras tuviéramos tiempo; agradable en boca, suave pero con cuerpo, con gusto a fruta bien definido, y cada sorbo invitaba a uno más.
Tan bueno resultó que soportó con largura un queso untado en aceite de oliva y ají molido una muy presente mortadela, de las de pulpería de campo eh, no de super, y no solo eso sino unas aceitunas de los olivares de mi amigo.
- A esta altura ya contábamos con la presencia de Roberto un buen amigo de mi amigo que espero con el tiempo me permita participar de su amistad.
- Tan bueno nos reultó el vino y la combinación, de comida y sobre todo la compañía que nos tomó el anochecer casi sin darnos cuenta entre historias y buenos momentos de silencio.
- Agradecí a Dios por el momento y el entorno casi al mismo tiempo que Roberto agradecía a la madre tierra echando un poco del elixir que estábamos tomando sobre la tierra viva; pero esta; esta es otra historia.
Solo me resta decir que el Cabernet de Zolo y el Syrah de Tapiz son más que impecables. Te sugiero probarlos, los encontrás en bodegas de casi todo el País y sino escribíme contándome tu opinión de esta historia y te digo donde podés conseguirlo.